Re: Anecdotas
Va mi anécdota. Como recién llegado al club, creo que tengo la obligación de abrirme a ustedes.
Hace ya muchos años, unos 37, me voy con un amigo a Calafate a conocer el glaciar y a sacar fotos.
Era un amigo con el que ya habíamos viajado juntos a Río de Janeiro y habíamos hecho varias fiestas con putas juntos.
La cuestión que llegamos al Calafate, de hace 37 años (pre Néstor), y nos alojamos en un hotel. De lo mejor que había en esa época, pero retrospectivamente una cagada a la cual hoy, a mis 59 años, no entraría ni a mear.
Llegamos, cansados porque había que ir en micro desde Río Gallegos y con el viento el micro no pasaba los 60 km por hora. Una cagada. Tardamos un siglo en llegar. El micro parecía que no avanzaba ni un metro. Muy decepcionante. Pero como no había un aeropuerto bueno en Calafate, no se podía ir en avioneta por el clima choto que había. Finalmente, llegamos a Calafate.
Nos instalamos en el hotel y ya era tarde.
Calafate en esa época era como uno de los pueblos del oeste de las películas de cowboys, más o menos. Hasta con fardos de pasto que corrían por las calles. Faltaban Billy the Kid y Wyatt Earp y estábamos todos.
Yo estaba muerto de cansancio, hambre, frío y aburrimiento y me acosté a dormir después de comer algo. Era noviembre, pero hacía un frío destacable.
En eso a las 2 de la mañana mi amigo me despierta.
"Levantate que encontré el prostíbulo. Vamos para allá" me dice.
Yo estaba dormido, con frío, no sabía ni en que lugar del puto mundo estaba. Me levanto, de mal humor, me visto, me recontra abrigo y salgo a ese descampado con un viento capaz de levantar a una vaca y tirarla a la mierda.
Caminamos unas cuadras y entramos a lo que era una casa, vista desde afuera.
Adentro... todo era negro. Piso, paredes, techo, muebles, todo negro como la noche. Y montado había una suerte de bar, con una barra, mesas y "alternadoras". Estas livianitas de ropa, porque adentro hacía un calor de cagarse.
La luz provenía de unas cuantas pantallas de gas Eskabe de calefacción que estaban al rojo. Varias, porque, como ya dije, afuera hacía un ofri de cagarse encima.
Nos sentamos a una mesa y pedimos algo para tomar. Al ratito ya teníamos a dos señoritas profesionales sentadas a la mesa con nosotros.
Empezamos la charla y nos preguntan de donde venimos. Cuando les dijimos que de Buenos Aires... empezaron a maltratarnos. Que los de Buenos Aires son unos miserables, que nunca quieren pagar por coger y no se cuantas mierdas más. Yo, entre que estaba de mal humor y que me maltrataban, estaba a punto de mandarlas a las conchas de sus abuelas e irme del lugar.
Pero claro, tenía 22 años y mis hormonas circulaban a full por mi cuerpo. Tenía una manada de ratones en mi cabeza, que el más pelotudito iba a unos 100 km por hora. Y ya estaba ahí. Me había levantado, me había despabilado, me había vestido y estaba en el punto de no retorno. Ese que todos sabemos que ya no hay vuelta atrás. O cogemos, o moriremos en el intento.
Les preguntamos cuánto nos iban a cobrar por coger con nosotros, arreglamos el precio y les preguntamos dónde podíamos coger.
Nos cuentan que el lugar contaba con una habitación que se podía usar.
Mi amigo me dice que vaya yo primero.
Harto de la situación, le digo a la chica que me lleve. Había que salir del lugar, al frío y viento insoportables, a las 2.30 de la mañana y caminar en el medio de una oscuridad de boca de lobo, por el costado de la casa, hasta una habitación que había en el fondo. Como una cosa independiente, a la que se accedía solo por el pasillito de unos 30 metros de largo, que bordeaba a la casa.
Les describo la imagen al entrar a la habitación.
La luz provenía de un balde de plástico azul que colgaba del techo con una bombita de unos 25w adentro.
Contra una pared un híbrido entre cama, catre, cama turca, mierda que no se como describir, con un colchón cubierto con una sábana y una almohada como de 1 plaza. Con su funda, reconozco.
El la pared opuesta a la "cama", una cocina con las cuatro hornallas prendidas, la tapa del horno bajada y en el ángulo de la tapa una inmensa olla de agua con una palangana al costado. Piso de portland, que no sabía si coger en patas o dejarme las zapatillas puestas del polvillo húmedo que lo cubría.
Al entrar la mina me dice que me desnude. Imaginen la situación, yo en desnudo, al palo y pensando si me volvía a poner las zapatillas o cómo mierda hacía para caminar por ese piso a medio hacer, dando la menor cantidad de pasos posibles.
Ya en bolas, carga la palangana con agua, la coloca debajo de mis bolas y me lava la pija. Ante mi espanto de pendejito cheto de Belgrano, claro.
Acto seguido, me dice de tirarnos en la cama.
Cuando me siento en la cama, siento que la sábana estaba húmeda. Imaginen mi asco y la escena. La luz mortecina azulada, la cama húmeda, la mina que se las daba de coger solo con los ricos del sur y que hacía una especial concesión conmigo, la cocina con las hornallas prendidas y yo en bolas, al palo y en la cama pensando "¿¿¿Qué putos carajos hago acá??? ¿¿¿Cuál es mi límite por echarme un puto polvo???"
Obviamente me chupó la pija, me la cogí. Cuando terminamos, la mina volvió a agarrar la palangana en la que me había lavado la pija, me la volvió a poner debajo de las bolas, me volvió a lavar la verga y acto seguido puso la palangana, con la misma agua, sobre la olla que estaba en la tapa de la cocina baja, se sentó a horcajadas sobre la misma y procedió a lavarse la concha con el agua de mi pija.
No me pidan por favor una valoración del acto higiénico. Ahórrenme esa situación.
Nos vestimos y volvemos por el pasillo boca de lobo al boliche.
Voy a la mesa de mi amigo que estaba con su chica y me pregunta qué tal era el lugar.
Yo, muy serio le digo : "No es el Sheraton, pero se puede coger muy bien. Te espero en el hotel" y me fui.
Al rato viene mi amigo a los gritos, "¡Sos un hijo de puta! ¿Cómo no me dijiste la mierda que era ese lugar?"
Yo lo miré con mi mejor cara de hijo de puta y le dije : "¿Hijo de puta yo? ¿O hijo de puta vos que me levantaste a la madrugada para ir a ese tugurio de mierda? No me podrás negar, que las chicas eran muy higiénicas, por lo menos. Acostate a dormir, que mañana nos tenemos que levantar temprano para ir al glaciar".
Ese fue mi polvo más sordido. Y he cogido en prostíbulos por todo el mundo. Nunca vivi una situación más bizarra para echarme un polvo en mi vida.
Superaba al prostíbulo del Hindú Club y uno de croatas de Frankfurt. Pero esa serán otras anécdotas, mis queridos compañeros del Club de Caballeros.
Saludos.