A Belen la conocí como masajista profesional hace tiempo atrás. Sus masajes, en mi opinión, son los mejores del mercado. No lo digo por la buena onda que pegamos, sino porque es la realidad. Yo iba a su gabinete por los masajes, y por el reiki que hacía que realmente me hacía sentir muy bien. No buscaba nada mas.
El otro día, sin embargo, buscando por Vivavisos, la volví a encontrar. Y más tarde la encontré en el link que ahora copio:
http://www.tusmasajes.com/2019/09/belen-tel-15-3158-2187.html
Hablamos largo por WhatsApp y quedamos para vernos. Me explicó que ahora hacía tántrico, y quise saber como era esa experiencia. Me dijo que me haría masajes y a la vez un servicio tántrico formidable.
La visité en su consultorio en Corrientes al 600. Al abrirme la puerta nos saludamos y charlamos de la vida mientras subíamos al consultorio.
LOS MASAJES
Una vez dentro, había una suerte de tatami en el piso. La camilla estaba a un costado. Pasé al baño y salí desnudo dispuesto a experimentar esto con esta vieja conocida. Me acosté boca abajo y empezó con la magia. Me hizo como siempre sus esplendidos masajes, pero en un momento percibí se iba desprendiendo de su ropa. Eso me puso a mil enseguida.
Por el rabillo del ojo, comprobé, con una erección inminente, que estaba con las tetas, generosas tetas, al aire. Cerré los ojos para percibir la experiencia sin la influencia visual.
Siguió con los masajes y de pronto se recostó suavemente encima mio. Lo hizo con mucha docilidad, sentía sus pechos, su vientre, su vagina candente y suave como una seda. Me besaba el cuello, me frotaba, me masajeaba, y yo estaba que reventaba.
TANTRICO
No duró mucho y ella me pidió que me diera vuelta. Ahí ejecutó con la misma maestría la misma danza corporal sobre mi humanidad. Una belleza. Pude ver su cuerpo extraordinario, su silueta, su cintura, su cola grande y esplendida. Comenzamos con toques mutuos y no pude dejar de besarla en los labios.
Hicimos un bello 69 donde abrevé su caldo divino con mi lengua, hurgando con mis dedos en su intimidad. Fue formidable.
Tras mi eyaculación, salpicándole toda su humanidad, me dirigí al baño y me di una ducha como dios manda.
Me fui feliz, satisfecho, muy contento de haber descubierto esta faceta en una masajista de la que estaba enamorado hace tiempo.